¿Cómo llegó un baño de color amarillo canario a la Residenz de Múnich? Fue instalado para las visitas de Estado en la década de 1960. Si sus célebres visitantes, como Charles De Gaulle o la reina Isabel II del Reino Unido, se refrescaron los pies allí después de una agotadora visita por la ciudad, probablemente será un misterio que se quedará entre los muros del palacio para siempre. Sin embargo, antes de la historia de este baño, hay que contar la de una cama de esplendor real.
Duques, “Kurfürsten” (príncipes electores) y reyes: desde finales de la Edad Media, los gobernantes bávaros dirigieron los destinos de sus súbditos desde la Residenz. Al caminar a través de las enormes salas, surge una inevitable pregunta: ¿cómo se sentirían por aquel entonces los habitantes de estas frías habitaciones? Seguramente, la comodidad no formaba parte de los requisitos para una habitación en palacio. Una de las salas más impresionantes se la debemos al príncipe elector Karl Albrecht (1697-1745), quien le encargó al arquitecto François Cuvilliés que construyese la llamada “Reiche Zimmer” (habitación rica) entre 1730 y 1733.
En ese momento, el ceremonial en la corte de Versalles se consideraba el epítome de la perfección para las cortes reales europeas. Aquí no había privacidad. Hoy en día, sería una experiencia similar a la de los concursantes de la casa de Gran Hermano. Los Borbones, especialmente el Rey Ludwig XIV (Luis XIV de Francia, llamado el “Rey Sol”), siempre cenaban ante el público, e incluso los nacimientos de los futuros gobernantes eran eventos públicos. En este contexto, no es de extrañar que el “lever“ y el “coucher”, es decir, el proceso de vestimenta del rey y la reina por la mañana y a la hora de acostarse, se convirtieran en actos estatales que se realizaban en presencia de la corte.
No había privacidad en la corte de Versalles - hoy en día sólo los candidatos del contenedor del Big Brother tienen experiencias similares.
Sin embargo, en Baviera, Karl Albrecht no quería ir tan lejos: aunque su Reiche Zimmer estuviera amueblada con un magnífico dormitorio, siguiendo la moda francesa, nunca se acostó en esa cama descomunal. Las habitaciones con muebles parisinos de lujo y valiosos textiles no eran espacios habitables en el sentido moderno, sino que más bien servían como una exhibición de poder para corroborar la categoría imperial de la Casa de Wittelsbach.
Aún más sorprendente es que durante los años sesenta y setenta pudieran dormir en estas salas representativas de la historia del sur de Alemania tanto personalidades con raíces bávaras como sin ellas. Por ejemplo, el Cardenal de la Curia Gustavo Testa utilizó el dormitorio real durante el Congreso Eucarístico Internacional de 1960.
No obstante, esta acomodación señorial también tuvo en ocasiones un uso práctico. Durante su visita de Estado en 1962, el primer ministro francés Charles de Gaulle causó unos pocos quebraderos de cabeza debido a su altura de 1,95 metros. Para las cinco noches del altísimo francés en suelo alemán fue necesario proporcionar camas apropiadas de más de dos metros de longitud. En Bonn y Hamburgo encargaron camas hechas a medida, pero el gobierno de Baviera encontró una solución mucho más inteligente: prepararon sin demora la enorme cama de la Residenz.
A diferencia de los gobernantes barrocos, que preferían asearse en seco, las visitas de Estado sí que necesitaban disponer de estándares sanitarios modernos, por lo que construyeron un cuarto de baño. Este baño alicatado con azulejos de color amarillo brillante, que en ese momento eran la última moda, crea un peculiar contraste con las paredes revestidas de brocado del dormitorio y, por lo tanto, no está abierto para los visitantes del palacio.
A diferencia de los gobernantes barrocos, que preferían asearse en seco, las visitas de Estado sí que necesitaban disponer de estándares sanitarios modernos, por lo que construyeron un cuarto de baño.
Hasta la reina Elisabeth II disfrutó de las comodidades de la residencia aristocrática en su visita de Estado en 1965. En el cuarto día de su visita a Alemania, la reina y su esposo se alojaron en este magnífico dormitorio para cambiarse y relajarse, aunque solo por unas horas. ¿Relajarse? ¿En estas habitaciones? Es difícil que haya alguien más experimentado en palacios que Isabel y Felipe, así que es posible que ambos pudieran relajarse incluso en este ambiente tan frío.
Dos años más tarde, el Sah de Persia Mohammad Reza Pahlavi y su esposa Farah sí que pasaron la noche en el dormitorio real. La última visita de Estado en alojarse en la Residenz fue la reina Silvia de Suecia en marzo de 1979. En Múnich se rumorea que al oscurecer no se sintió del todo a gusto en las amplias habitaciones, así que después de solo una noche se escapó y se mudó al Hotel Vier Jahreszeiten. Sin embargo, la versión oficial dice que el cambio fue simplemente debido a que su estancia pasó de ser una visita de Estado a una visita privada. En vista del gran esfuerzo que requerían los preparativos, tras la visita de la reina Silvia no se alojaron más visitas de Estado en la Residenz.
De todos modos, seguro que las siguientes visitas de Estado pudieron superar el hecho de no disfrutar de una noche en la colosal cama de la Casa de Wittelsbach.
También interesante: Deje que un guía oficial le muestre la antigua sede del gobierno de los gobernantes bávaros durante una visita guiada a su Residenz.