Schwabing es el distrito con el que todo el mundo asocia a la capital bávara. Especialmente el distrito de Altschwabing es el que mejor representa los años dorados de Múnich y el que todavía transmite en la actualidad sensaciones agradables a cualquier muniqués.
Si pronuncia Schwabing demasiado rápido, suena a schwing (balanceo en alemán) o tal vez incluso swing. München-Swing también sería un buen nombre para el que probablemente sea el distrito más conocido de la ciudad. Antes de que el barrio fuera incorporado a la ciudad en 1890, la gente pensaba de forma más progresiva, amaba con más libertad, las camisas de los hombres iban más desabrochadas y las mujeres vestían de manera mucho más extravagante que en el resto de Múnich. La ligereza, el swing de Schwabing, atrajo a gente de todo el mundo.
Frank Wedekind —sus dramas eróticos «Lulu» y «Despertar de Primavera» conmocionaron a la burguesía mojigata de la época— escribió versos burlescos sobre el emperador Guillermo II de Alemania en la revista satírica «Simplicissimus», lo que le valió seis meses de prisión. En 1959, una plaza en Feilitzschstraße recibió el nombre del antiguo niño rebelde de la burguesía, mientras que el artista de Schwabing Ferdinand Filler diseñó una fuente escultórica en su honor. Una mujer joven, con poca ropa, se pasa la mano derecha por su largo cabello.
Probablemente sea Lulu. Hoy puede sentarte a sus pies y comer un helado de Yole Gelato o un souflaki de Souxé Mezé y soñar con el movimiento artístico de la Bohème de principios de siglo en Schwabing.
Cuando Fanny zu Reventlow, amiga de Wedekind, se consumió en sus anhelos. La hija mayor de una familia noble del norte de Alemania, cuyo lema de vida decía: «todo siempre quiero», fue una talentosa escritora y pintora, pero fracasada y conocida por sus numerosos amoríos en el entorno artístico. Se balanceaba siempre entre la euforia y el desplome, tal y como exige una gran pasión.
Reventlow fue el centro salvaje de un grupo de vanguardistas que cambiaron radicalmente la literatura y el arte de Schwabing. A este grupo pertenecieron artistas como Rainer Maria Rilke, Oskar Panizza, Wassily Kandinsky y Marianne von Werefkin.
La pintora rusa Werefkin estuvo viviendo con su novio, el pintor Alexej Jawlensky, en su espacioso apartamento situado en la Giselastrasse y donde solían reunirse destacados artistas como Kandinsky, Franc Marc, Gabriele Münter, Alfred Kubin y muchos otros para debatir con Werefkin sobre cómo captar el presente utilizando una nueva forma de aplicar la pintura y el lienzo.
Los resultados se pueden ver hoy en Lenbachhaus, no lejos de la antigua escuela de pintura de Anton Ažbe en Georgenstrasse, a la que también asistieron Kandinsky y Jawlensky.
Las camisas de los hombres iban más desabrochadas y las mujeres vestían de manera mucho más extravagante que en el resto de Múnich.
El espíritu de rebelión, soñar despierto y debatir en tabernas y bares como en el Alten Simpl en Türkenstrasse o el Café Stefanie en Amalienstrasse, que fue destruido en la guerra, siguió dominando la escena de Schwabing. Mientras que las autoridades y la burguesía continuaron siendo provocadas.
A comienzos del 1960 se enfrentaron durante varios días en las calles aledañas a la Universidad estudiantes y jóvenes contra la policía. Motivo: las quejas vecinales hicieron que cinco músicos callejeros fueran echados del lugar con gran brutalidad.
La «Schwabinger Krawalle» (el disturbio de Schwabing) fue la mecha que encendió la lucha interna entre una generación joven que quería amar, pensar y vivir más libremente, y con la generación anterior que tenía ideas más estrechas sobre la moralidad, la decencia, el sexo, la cultura y la música callejera. Schwabing fue el lugar en Múnich donde estos dos mundos chocaron con mayor fuerza.
En la Leopoldstraße abrió sus puertas el club Big Apple, donde la eterna it girl de Múnich, Uschi Obermaier, la Reventlow de los años 60, pasó a ser el foco de atención junto a Jimi Hendrix. No muy lejos de ahí se encontraba Tiffany, supuestamente la tienda favorita de los Rolling Stones. Los clubs y bares se extendían por todo Schwabing, donde adolescentes y veinteañeros se besuqueaban y fumaban hierba.
A principios de los años 70, Rainer Langhans y Uschi Obermaier vivían en la Giselastraße en la «Highfish-Kommune», una especie de círculo artístico donde se intercambiaban parejas, se probaban sustancias psicoactivas y cuya forma de vida desencajaba tanto con el idilio burgués de la pequeña familia como un besito en una orgía.
Ninguna película capta mejor el sentimiento Schwabing de esta época que «Zur Sache Schätzchen» de May Spil y protagonizada por Werner Enke y Uschi Glas, es decir: manosearse y molestar a la policía. El amigo íntimo de Enke, Klaus Lemke, «el rey de Schwabing», dio forma a la imagen de un Múnich salvaje y crudo en los años 70 con películas como «Idole» o «Amore» (aunque esta última esté ambientada en Haidhausen).
Diviértete y destruye de paso las incrustaciones del pasado.
El eslogan de Lemke «disfrutar y destruir» también podría representar el Schwabing de esa época. Diviértete y destruye de paso las incrustaciones del pasado. En los años 80 los pijos tomaron el relevo de la provocación con elegancia snob, riqueza y cocaína al son de la música disco. Todo eso fue hace mucho tiempo.
A muchas personas Schwabing les parece un remanso desangelado del estilo neobiedermeier de lo establecido y lo heredado. Ya no hay revolución, solo ropa lisa y camisas a cuadros. Pero los cantos de despedida de Schwabing no son nada nuevo. En 1930 Wassily Kandinsky escribió: «Schwabing, que solía ser tan ruidoso e inquieto, se ha vuelto silencioso: ni un solo sonido se propaga desde el barrio», mientras que Klaus Lemke se queja constantemente de la saturada desolación del barrio.
Pero luego caminas por cualquier calle de Schwabing en un atardecer de verano y ves como del München-Swing todavía emana esa sensación de libertad. Por ejemplo, por la Occamstrasse cerca de Wedekindplatz. Por esa zona todavía se puede experimentar mucho, por ejemplo, bebiendo una cerveza en el Gasthaus Vereinsheim o un verdadero vodka de Múnich en el Distillers Bar. Desde el escenario del Lustspielhaus se siguen oyendo a día de hoy risas lejanas, una suave brisa pasa por el Jardín Inglés, un transeúnte tararea el éxito de Willy Michl «In Schwabing auf dem Boulevard», que en realidad solo consta de esta estrofa y que abre al momento un mundo de coqueteos, paseos, fantasías. Entonces todo sigue pareciendo posible.