Historic picture in the hotel Deutsche Eiche in Munich.

Una visita al Hotel Deutsche Eiche

Arriba salchichas blancas, debajo un cuarto oscuro

El Deutsche Eiche es el centro de la cultura gay de Múnich y en todos los sentidos un lugar muy polifacético. Una visita.

¿Dónde se encuentran los baluartes de la cultura gay alemana? ¿En la colorida y alegre ciudad de Colonia?, sin duda, ¿en la oscura y brillante urbe de Berlín?, claro. ¿Pero en Múnich? Si hablamos de Múnich pensamos en salchichas blancas, BMW y Bayer de Múnich y en proyectos de vida más bien conservadores. Seguro que más de uno se sorprende al enterarse que la «sauna masculina» más grande del territorio nacional se encuentra en pleno centro urbano de Múnich. Pero no es que sea un secreto, Múnich fue y sigue siendo una ciudad tolerante y viva.

El «Deutsche Eiche», cerca de la plaza Gärtnerplatz, no es un establecimiento de mala fama. A diferencia del «Berghain» de Berlín permite el acceso a toda persona. La sauna del «Deutsche Eiche» cuenta con 10.000 visitantes al mes. Algunos seguro que solo debido a su amplia zona de spa, una de las más bonitas de Múnich. Pero la mayoría acude en busca del sexo rápido y sin complicaciones.

Pero el «Eiche», como se empezó a llamar pocos años después de su inauguración, se convierte pronto en un punto de encuentro para los gays de Múnich. Si desea saber más sobre el tema, recomendamos una conversación con Dietmar Holzapfel. Este hombre de 61 años es un hombre fuerte como un roble, sus manos envuelven las de su interlocutor mientras pronuncia su cálido saludo «Grüss Gott».

La zona alrededor de la Gärtnerplatz, actualmente uno de los barrios más exclusivos de la ciudad, fue en el pasado un barrio de trabajadores. La apertura del teatro Gärtnerplatz en 1865 le aportó un toque de elegancia. A partir de los años 1920 se estableció el «Deutsche Eiche» cerca del teatro como cantina exterior. Un lugar de encuentro para los actores, artistas y noctámbulos. Se dice que incluso a Hitler le gustaba venir, entre 1921 y 1923, la central del partido nacionalista NSDAP se encontraba en la cercana calle Corneliusstrasse.

Pero el «Eiche», como se empezó a llamar pocos años después de su inauguración, se convierte pronto en un punto de encuentro para los gays de Múnich. Si desea saber más sobre el tema, recomendamos una conversación con Dietmar Holzapfel. Este hombre de 61 años es un hombre fuerte como un roble, sus manos envuelven las de su interlocutor mientras pronuncia su cálido saludo «Grüss Gott». Holzapfel dirige junto con su pareja, Sepp Sattler, «dem Sepp», el restaurante y hotel «Deutsche Eiche» desde 1993. Además de su trabajo o más bien como parte de este, el señor Holzapfel es como un erudito privado que se dedica a investigar y recopilar la historia del mundo gay en Múnich.

Los tiempos más movidos del Eiche son los finales de los 1970 y principios de los 1980. El director y enfant terrible Rainer Werner Fassbinder suele pasar por aquí con su corte, rodeado de sus tumbacuartillos y admiradores, estrellas y estrellitas.

El comienzo de la historia del Eiche como punto de encuentro «oficial» para gays es el año 1945. Por aquel entonces, todo el barrio Gärtnerplatz se considera un mundillo. «En nuestro edificio también había un burdel regentado por una patrona con el nombre Napoleon», cuenta el señor Holzapfel. «El barrio no era caro, los pudientes, es decir los conservadores, lo evitaban y la policía no solía meter sus narices». Es decir que eran las condiciones ideales para un ambiente que prefiere celebrar sus fiestas en  apartado. «Todos sabían que los gays estaban aquí. Pero no existía un ambiente oficial y público. Múnich todavía no estaba preparada para ello.»

Los tiempos más movidos del Eiche son la época de postguerra, especialmente los años 1960 con el bailarín de ballet John Cranco y los finales de los 1970 y principios de los 1980. El director y enfant terrible Rainer Werner Fassbinder suele pasar por aquí con su corte, rodeado de sus tumbacuartillos y admiradores, estrellas y estrellitas. Holzapfel: «Fassbinder es un personaje muy polémico, algunos ya no venían por no encontrarse con él. Le gustaba aprovecharse de los enfrentamientos entre los demás, subir la voz y a veces perdía los estribos. A veces parecía olvidarse de su aseo personal, me imagino que debido a su consumo de drogas.» Pero como séquito del genio de Fassbinder creció el interés de los heterosexuales por la subcultura gay.

La fiesta de carnaval en el «Eiche» se considera una de las más excesivas y divertidas de la ciudad y se convierten en una institución y aún así se sigue admitiendo que los gays bailan tras puertas cerradas. Resulta fácil imaginar la categoría de las fiestas que se celebraban al hojear las cientos de fotografías que el señor Holzapfel guarda en una caja de zapatos. Un personaje que aperece con frecuencia es Freddie Mercury, que en los años 1980 solía frecuentar Múnich, sonriente de felicidad y rodeado de hombres fuertes. Otro personaje frecuente: Fassbinder. El popular actor Walter Sedlmayr no se ve. Este no se atrevía a vivir públicamente su homosexualidad.

A partir de mediados de los años 1980 se acaban las fiestas y la diversión. El sida se apodera de este mundo como un golpe del destino. «Todos los gays lo vivieron como una catástrofe. Muchos perdimos la mitad de nuestras amistades. Y los afectados tenían un aspecto de cadáveres vivientes», comenta Holzapfel.

«La situación ya era grave de por sí, pero se agravó aún más en Múnich cuando el político del partido CSU Peter Gauweiler se convirtió, en 1982, en jefe de la administración del distrito y ordenó los registros frecuentes en el ámbito», cuenta Holzapfel. «El señor Gauweiler incluso quería aplicar la ley federal de epidemias a esta enfermedad por inmunodeficiencia lo que hubiese significado la implantación de pruebas obligatorias e incluso el arresto de los enfermos del SIDA.»

En 1993, el «Eiche» se enfrentaba al fin de su historia, «sobre todo porque muchos de sus clientes habían muerto», dice Holzapfel. El establecimiento ya no es rentable, la propietaria, una cervecera, lo quiere vender. «Fue entonces cuando mi padre adoptivo Niki Holzapfel, gastrónomo con vasta experiencia, mi pareja y yo entramos en acción. Nos endeudamos hasta las cejas, pero teníamos muy claro que era nuestro deber rescatar el «Eiche». ¿Si no eramos nosotros, entonces quien?» Al final sería una de las mejores partidas de Holzapfel que hasta entonces ejercía de maestro.

El «Deutsche Eiche» es el reflejo del estado actual de la cultura gay en Múnich. El establecimiento se conoce sobre todo por su gran sauna. A partir de 1995, los propietarios siguen ampliando esta «casa de baño masculina» constantemente. Se dispone de cuatro plantas: en la segunda planta hay una azotea para refrescarse, al lado una sala de fumadores. La zona de baño se extiende a varios edificios traseros de la primera planta. En la planta baja se encuentra la zona de gastronomía, el solárium y la zona de masajes, el sótano se extiende a cinco edificios. Sin querer disimular su orgullo, el señor Holzapfel nos guía por las catacumbas que albergan una sala X, laberintos y salas para juegos sexuales que el ingenuo heterosexual calificaría como «duros».

La popularidad del «Eiche» se conoce más allá de los límites de Múnich. Holzapfel nos cuenta que en algunas revistas estadonunidenses para homosexuales se rifan «escapadas de fin de semana al Deutsche Eiche de Múnich». Nos muestra una pared revestida de roca genuina del cauce del Isar que se encuentra al lado de una «cabina de lujo para dos» y comenta: «Los americanos se vuelven locos cuando la ven. Piensan que se encuentran en los Alpes.

Resulta fácil imaginar la categoría de las fiestas que se celebraban al hojear las cientos de fotografías que el señor Holzapfel guarda en una caja de zapatos. Un personaje que aperece con frecuencia es Freddie Mercury, que en los años 1980 solía frecuentar Múnich, sonriente de felicidad y rodeado de hombres fuertes.

Pocos metros al lado o encima del sótano con juegos sexuales se encuentra el restaurante del «Eiche» conocido por su buena cocina casera; un lugar que también gusta a las parejas heterosexuales e incluso a consejeros municipales del CSU. Es típico para los gays de Múnich: abajo un cuarto oscuro y arriba filetes de terneras y escalopes. Ya no tenemos que esconder nuestras preferencias sexuales, formamos parte de la sociedad.

Esto también se refiere a Holzapfel mismo. En 2014, su pareja y él causan revuelo al comprarse una de las viviendas más caras de la ciudad. «Nuestra comunidad nos respaldó con palabras positivas. Muchos decían: nos alegra que uno de los nuestro lo haya logrado.» El antiguo maestro de primaria Holzapfel no es fácil de odiar por haber llegado a más arriba. Cuando el «Eiche» gana el premio en el programa televisivo «Mi divino hotel», los propietarios reparten el premio entre todos los empleados pues según estos, son los empleados los que hacen el trabajo.

Y en Múnich se intenta crear otra unión, la reconciliación de la homosexualidad con las costumbres, incluso con el catolicismo. En el desfile del Christopher Street Day de 2006, Dietmar Holzapfel se mete un poco con la Iglesia Católica mostrando al Papa Benedicto, que no se consideraba  nada tolerante en temas relacionados con el sexo, sobre su carroza en una postura ambigua.

Sin querer disimular su orgullo, el señor Holzapfel nos guía por las catacumbas que albergan una sala X, laberintos y salas para juegos sexuales que el ingenuo heterosexual calificaría como «duros».

Surge un escándalo, la policía exige que quite las imágenes del Papa y denuncia a los dueños del restaurante por «difamación de un jefe de Estado extranjero». Pero los tribunales rechazan la denuncia. A continuación, es Dietmar Holzapfel el que presenta una denuncia contra el Estado de Baviera por «supresión de la libertad de expresión».

Poco después, se reúne Holzapfel con Rainer Maria Schießler, el cura de la parroquia vecina St. Maximilian. Los hombres se llevan bien, se toman unas cervezas y Holzapfel le muestra al cura la sauna (es la hora de la limpieza) y el río vuelve a su cauce.

La próxima procesión del Corpus Christi es llevada a cabo por el sacerdote en el distrito gay de Munich. Frente al "Nilo", uno de los bares gay más antiguos de Munich, se erige un altar de la estación. Y cuando el incienso se eleva al cielo, el sacerdote bendice el lugar y el terrateniente, que aún sufre los años de Gauweiler, se moja de emoción, las ventanas del primer piso se abren y los gays dejan llover pétalos de rosa roja sobre la gente que reza.

Cada año el sacerdote se detiene en el "roble" durante la procesión del Corpus Christi y habla en el altar de la estación sobre la cooperación positiva en el barrio. En algunas habitaciones de hotel las ventanas están abiertas y los rostros asombrados apenas pueden creer lo que ven.

www.deutsche-eiche.de

 

 

Texto: Paul-Philipp Hanske; Fotos: Frank Stolle
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