Buena contra la nostalgia: los recién llegados a Múnich saben dónde se come como en casa. Episodio 1, Italia: Lorenzo Greco de Bassano del Grappa, cerca de Venecia, sobre las reglas para el ragú, el borde perfecto de la pizza y horrible decoración.
"En Italia reconocemos un buen restaurante por su mobiliario horrible - las sillas blancas de plástico se supone que disuaden a los turistas. Por eso no me atrevo a ver a un italiano con estilo en Múnich. Entonces es mejor ir al Dal Cavaliere (Weißenburgerstr. 3) en Haidhausen con sus fríos bancos marrones. Cuando los camareros gritan como locos, me siento como en casa.
Especialmente recomendable es: la pasta con ragú de carne (Il Ragú Napoletano Come La Mamma). En Véneto preparamos el plato con carne de pato y otro tipo de pasta, Bigoli, pero esta versión está casi igual de buena.
"El espresso está perfectamente bien, pero lo más importante es que puedes beberlo de pie aquí, como en Italia."
Lo que define al Ragú Napoletano (en el otro Ragú los trozos son bastante pequeños) es que los trozos de carne son tan grandes como en un goulash y se dejan rehogar en la salsa de tomate el bastante tiempo. Por cierto: Los fideos perfectos para el ragú casero se pueden conseguir en el Kieferngarten de Feinkost Spina (Maria-Probst-Str. 49). Absorben muy bien la salsa. También se puede comprar una pasta buenísima de Eataly en la Schrannenhalle (Blumenstr. 4).
Allí, en la Pizzería Rossopomodoro (Viktualienmarkt 15), también se consigue la mejor pizza de la ciudad. Y cuando se trata de la pizza, soy particularmente estricto: me gusta más al estilo napolitano con una corteza gruesa y una base fina. Tampoco debe ser demasiado grande, y no debe pesar más de 300 gramos, para que no te abrume. Y por supuesto todos los ingredientes tienen que ser frescos.
Para tomar un café espresso, recomiendo el Bar Centrale en el casco antiguo (Ledererstr. 23). El espresso está perfecto, pero sobre todo se puede tomar aquí de pie, como en Italia. Para finalizar tomarse un helado es obligatorio. El mejor está en la heladería Jessas en el barrio Glockenbachviertel (Klenzestr. 97). El helado tiene un sabor agradable y cremoso, y sobre todo, el bar está abierto hasta las 23:00 horas, momento en el que empezamos a comer el helado en Italia.
El tema del vino vuelve a ser difícil: en casa prefiero beber vino de la casa por dos euros, pero no hay nada de nuestra calidad. Si se trata de algo especial, recomiendo Bergwein am Gärtnerplatz (Corneliusstr. 18), hay grandes vinos de Tirol del Sur.