El césped del Englische Garten muestra siempre un estado perfecto. Nuestro autor también tiene un jardín. La incógnita que ronda en su cabeza es: ¿cómo lo hacen? Una llamada a Bernd Rogge, director técnico del Englische Garten.
La envidia es el nivel más alto del reconocimiento. Y seguro que todo aficionado a la jardinería siente una envidia incontrolable en cuanto entra al Englische Garten. ¿Qué demonios hacen para que el césped esté siempre perfecto? ¿Cómo consiguen que el césped tenga siempre ese tacto sedoso y esté siempre tan verde, incluso en pleno verano y a finales de esta temporada tan seca, que casi parece necesario inventar un nuevo tono para describir ese verde tan perfecto? ¿Por qué se libran de todas las plagas que atormentan la vida de todo jardinero aficionado? ¿Dónde están el musgo, las malas hierbas y los claros? ¿Quizás disponen del fertilizante perfecto? ¿O estoy viendo la clase de césped más exquisita y perfecta del mundo? ¿Cuál es la fórmula mágica? ¿Qué truco tienen?
Una llamada a Bernd Rogge, director técnico del Englische Garten. Eso sí, lo de la llamada suena muy fácil, pero no lo es. Tardo semanas en poder hablar con Bernd Rogge por teléfono. ¿Quizás porque el artista es demasiado arrogante? ¿Porque no quiere desvelar su secreto? Mas bien por el mero hecho de que Bernd Rogge está muy ocupado con sus tareas. Y, además, es demasiado modesto para darle importancia a la cosa. Y finalmente, Rogge nos sorprende diciendo que en realidad, un césped no es nada especial.
Tardo semanas en poder hablar con Bernd Rogge por teléfono. ¿Quizás porque el artista es demasiado arrogante? ¿Porque no quiere desvelar su secreto?
«Menos en el Polo Sur y en el Polo Norte, podemos encontrar hierbas en todas las zonas climáticas de nuestra tierra; además, representan la mayor parte de la vegetación que cubre nuestro planeta». Está claro que Rogge tiene razón. Las hierbas cubren, bajo diferentes nombres como estepa, sabana, pampa y praderas, más de la tercera parte de la superficie terrestre del globo. El Englische Garten cuenta con 417 hectáreas y es, por consiguiente, más grande que el Central Park en Nueva York y el Hyde Park en Londres, y desde un punto de vista diferente, no es más que una pradera urbana, eso sí, una especialmente hermosa.
El río Eisbach que atraviesa el Englische Garten, el Monopteros, el relax de una cerveza fresquita en la cervecera del Chinesische Turm, los gigantescos árboles de hoja caduca que se mecen con el viento, esto es lo que convierte el Englische Garten en algo tan especial y único. Pero, ¿qué sería todo esto sin la base, sin el suelo sobre el que descansa todo? Esa alfombra natural que trasmite a todo visitante, ya sea local o turista: ¡Bienvenido! Quítese los zapatos, túmbese, nada le va a estorbar o pinchar en la espalda, relájese y disfrute de su sala de estar pública, de su salón verde.
Bernd Rogge habla despacio y con precisión, suena un poco como si estuviera leyendo de una carpeta de archivos, pero en realidad tiene todos los números sólo en su cabeza.
Unos 70 empleados se ocupan del Englische Garten, mas no son únicamente jardineros sino también cerrajeros, mecánicos, carpinteros y pintores que se ocupan de pintar los bancos y los cubos de la basura. Y no nos olvidemos de los empleados de la administración, desde los mensajeros hasta la junta de administración. Según Rogge todos ellos personas muy hábiles y cualificadas, pero no magos con poderes o trucos. «Antes simplemente reuníamos las semillas en el granero y las volvíamos a plantar. Hoy en día, también tenemos que retocar y replantar el césped en algunas áreas expuestas del Englische Garten. Pero ahora usamos simplemente diferentes mezclas de semilla según la norma DIN 18917; similares a las mezclas que podrá encontrar en cualquier tienda de jardinería. Compramos, todos los años, entre 80 y 100 sacos de diez kilos de mezclas de semillas».
Bernd Rogge habla con calma y precisión, casi como si estuviese leyéndonos los datos de una carpeta de apuntes, pero en realidad se sabe todo de memoria, incluso el número de briznas de hierba que crece en cada metro cuadrado del Englische Garten. Son entre 80.000 y 100.000. Por consiguiente, si hacemos el cálculo, en todo el Englische Garten serán unos 30 o 40 mil millones de briznas de hierba. Ninguna de ellas es idéntica a otra y todas ellas juntas crean una suave superficie ondulada en innumerables tonos verdes.
A las personas les gustan las vistas al mar, una de las pocas cosas que Múnich no puede ofrecer a sus habitantes y visitantes. Pero es igual de relajante disfrutar del verde intenso del Englische Garten, tanto a la luz de una luminosa tarde de sol, como bajo la luna o durante el alba con el rocío que brilla como miles de diamantes olvidados por miles de bellas muniquesas.
«Las personas acuden para ser vistas admiradas y envidiadas, los miembros de todas las clases sociales deben poder reunirse y formar procesiones coloridas mientras que los más jóvenes saltar entre la multitud», así describía Friedrich Ludwig von Sckell el proyecto; fue él quien a principios del siglo XIX completó el Englische Garten. En el Englische Garten no solo se observa la naturaleza sino también a los observadores mismos, esto es lo que hace que el lugar sea tan atractivo. Incluso hoy en día, es justo este parque el lugar más metropolitano de la ciudad de Múnich.
«Segamos la hierba muy a menudo. En los meses de mayo y junio incluso dos veces a la semana», dice Bernd Rogge. Parece que por fin se decide a contarnos su secreto.
Los fines de semana cuenta con hasta 400.000 visitantes. Y no todos ellos pasean por sus caminos, este es el motivo por el cual necesitamos un césped resistente. Todo jardinero aficionado sabe que si la hierba está demasiado alta se pisotea y se aplasta pero si está demasiado corta se quema por el sol. «Sería ideal alcanzar una altura de entre seis y doce centímetros, justo la altura de la hierba en los pastizales de los caballos y las vacas en praderas de uso agrícola. Segamos la hierba muy a menudo. En los meses de mayo y junio incluso dos veces a la semana». Parece que por fin se decide a contarnos su secreto: «Señor Rogge, ¿qué fertilizante emplean?» – «Ninguno» – «Y, ¿con qué frecuencia riegan la hierba? (Y ya que estamos, ¿cómo se riega una superficie de 417 hectáreas?)» - «No regamos la hierba.»
Los jardineros privados suelen regar su césped entre dos y tres veces a la semana. Mas según Rogge esto también puede tener efectos negativos. La hierba se vuelve vaga ya que siempre obtiene el agua necesario. Si la hierba se acostumbra desde la siembra a la falta de riego sus raíces crecen más, no es raro que se alcancen hasta dos metros de longitud, y por consiguiente es más fácil que sobrevivan a periodos de sequía con mayor facilidad.
«La mayoría de los propietarios de jardines se ocupan demasiado de la hierba, la riegan y abonan demasiado».
En los suelos arenosos y secos de por ejemplo Berlín no sería suficiente. Los parques de la capital federal se parecen en verano más bien a desiertos. Mas en el Englische Garten las aguas subterráneas están a una profundidad relativamente escasa. La hierba de Múnich puede abastecerse por sí misma y quizás sea este uno de los motivos por los que lleva la cabeza tan alta.
«La mayoría de los propietarios de jardines se ocupan demasiado de la hierba, la riegan y abonan demasiado», comenta Rogge. El parque es una fusión de naturaleza y cultura, requiere su cuidado, pero sin exageración. Hay que tomárselo con calma, nos explica Bernd Rogge con tranquilidad. Disfrute de un largo paseo por los generosos verdes del Englische Garten y encuentre su propia calma y tranquilidad.