El Oktoberfest no es la única fiesta popular de Múnich. En la plaza Mariahilfplatz se celebra una fiesta única tres veces al año: cómoda, cercana y tradicional. Nuestro autor ha dedicado toda una tarde a conocerla.
Me dirijo a la Mariahilfplatz en busca de emoción.
En cuanto llega hasta mí el olor a almendra quemada, salchichas y pescado a la parrilla empiezo a creer en mis posibilidades. Un gentío abarrota las calles de alrededor de la plaza. Se respira un ambiente especial: una mezcla de bullicio, buen tiempo y empeño colectivo.
El Auer Dult, que se celebra tres veces al año, combina el mercado con el folclore. Cada edición tiene su propio nombre: en primavera se llama Maidult, en verano, Jakobidult, y en otoño, Kirchweihdult. Los comerciantes y expositores montan sus puestos en la Mariahilfplatz desde 1905. El "Dult", que significa una fiesta religiosa, tiene mucha tradición. Su historia se remonta a mucho antes: el primer Dult se celebró hace más de 700 años, en 1310, en la actual Sankt-Jakobs-Platz. El Auer Dult es muy apreciado en Múnich, y a él acuden hasta 290.000 visitantes al año. Por tanto, se le puede considerar toda una institución para los muniquenses.
Para mí, Múnich es la ciudad de los pequeños grandes momentos. Cuando el sol cae sobre el río Isar y cruzamos el puente Reichenbachbrücke en bicicleta, cuando acudimos al primer Biergarten del año, cuando por la mañana temprano paseamos por un casco antiguo que se despierta lentamente, o cuando, en una tarde soleada, observamos a los surfistas de la Eisbachwelle: en todos estos momentos es imposible imaginar un lugar más bello en el mundo, ya que estamos demasiado ocupados observando la grandeza que tenemos ante nuestros ojos. Estos momentos me hacen sentir bien y, sin ellos, Múnich no sería mi hogar, sino una simple gran ciudad. Y es esta sensación la que espero encontrar hoy en el Dult. No en vano, las rústicas atracciones de feria y los puestos tradicionales, el amable público y las promesas culinarias hacen que el Auer Dult sea el lugar ideal para buscar un pequeño gran momento en Múnich. Así que me sumerjo en el tumulto y me dirijo al primer puesto.
Raymund Hürland, de 83 años, lleva más de 20 años participando en el Auer Dult. Es uno de los muchos comerciantes de antigüedades del lugar y, desde el primer momento, me da un buen consejo: déjate llevar. En el Auer Dult no existe la prisa, la gente tiene tiempo para charlar y, en cuanto a las compras, siempre se encuentra alguna cosa, comenta Hürland. ¿Se puede descubrir algún verdadero tesoro? "Por supuesto", dice Hürland. "Pero la mayoría de la gente tiene un gusto infernal". "Entonces, esas ranas tan feas de allí valen 15, ¿no?", pregunta alguien que se inmiscuye en nuestra conversación y a quien le interesan un par de figuras de cerámica. Las compra. Raymund Hürland se muestra satisfecho.
Me decido a seguir su consejo y continúo paseando. Al final de la calle, lentamente, los puestos de antigüedades dan paso a los de cubertería y cerámica. Siempre me han encantado los platos, los tazones y las tazas, y podría pasar horas husmeando entre todos los objetos que aquí se ofrecen. Algo me llama inmediatamente la atención: el mercado de Auer Dult no es un museo de folclore artificial al aire libre; aquí la gente acude realmente a comprar. Así me lo confirma un vendedor de juguetes que participa en el Auer Dult desde 1980. ¿Por qué regresa cada año? "Por el negocio".
Aunque encuentro algunos adornos y souvenirs, la mayor parte de la oferta son objetos de primera necesidad. Un poco más atrás, en la "Neuheitengasse", no solo se ofertan los peladores de patatas anunciados a bombo y platillo, sino que también encontramos moldes para horno, limpiadores para el automóvil y calcetines. Durante el recorrido, me llaman la atención un escurridor de ensalada, un cuchillo para cortar verdura y una taza con mi nombre. Me decido por esta última por motivos nostálgicos: en la escuela tenía una casi idéntica que se me cayó y se me rompió.
Mientras merodeo por los puestos, cojo algún objeto para observarlo o simplemente contemplo a la gente; me doy cuenta de que Auer Dult es ligeramente diferente: cercano, tradicional y, sobre todo, muy agradable, incluso cuando dejamos atrás los puestos de artículos domésticos y nos adentramos en la esquina de las atracciones de feria. Aquí todo es más rápido y ruidoso, pero sigue reinando la lentitud general.
Los que busquen una dosis de adrenalina, se han equivocado de lugar. En vez de la montaña rusa, encontramos un carrusel de cadenas, el tiro de latas y una "ruleta rusa" sorprendente. Esta pequeña noria de 14 metros se montó en el Auer Dult por primera vez en 1925, y en la taquilla ya encontramos a la tercera generación de trabajadores. Así que podemos dejarnos llevar, podemos charlar con los propietarios de los puestos, o bien deleitarnos con los abuelos y abuelas que regalan una tarde inolvidable a sus nietos en los coches de choque.
Los que presten atención a los puestos, podrán descubrir además algo especial que solo es posible encontrar en Auer Dult.
Por ejemplo, los "fotógrafos de la corte de Baviera" Cornelia y Nikolaus von Fürstenberg, que, según sus propias palabras, son probablemente los únicos artistas de la nobleza de toda Alemania. Han traído al mercado su estudio móvil. Si nos apetece, podemos disfrazarnos y, con unos retoques digitales, retroceder 100 años en una foto. Este puesto está presente en Auer Dult desde hace más de cuarenta años.
Y, sin darme cuenta, lo estoy viviendo, ese pequeño gran momento de Múnich en el que me es imposible imaginar un lugar más hermoso, porque estoy demasiado ocupado disfrutando de su grandeza.
Aunque ellos lo regentan desde Maidult 2018, ya se sienten parte de la "Familia Dult". "Nadie nos recuerda que llevamos poco tiempo”, comenta Cornelia von Fürstenberg. "Aquí todos son muy cordiales". En particular, aprecian a su vecino Jürgen Braren, que regenta un puesto de salchichas. "Yo mismo hago todas las salchichas conforme a las normas de Bioland", comenta Jürgen. Añadimos un toque de mostaza de jengibre y manzana, y la delicia está lista. Panceta, pan en horno de piedra, pastel de manzana, salchichas: cada esquina huele diferente. No es fácil decidirse por un puesto.
Me encuentro indeciso ante la gran selección, cuando veo un cartel que me hace tenerlo claro: "Fischer-Vroni: la parrilla de pescado tradicional de Múnich". La letra me es familiar del Oktoberfest. Para mí ya es una tradición tomar una brocheta de pescado cada año.
En el Auer Dult tengo además la ventaja de evitar las eternas colas y además encuentro asiento rápidamente.
El sol brilla, mi Radler reluce en la jarra y tengo enfrente un Bretzel recién horneado y una trucha a la parrilla.
Mis compañeros de mesa hablan animadamente del histórico cartel de cine que acaban de comprar en un puesto de antigüedades. Y, sin darme cuenta, lo estoy viviendo, ese pequeño gran momento de Múnich en el que me es imposible imaginar un lugar más hermoso, porque estoy demasiado ocupado disfrutando de su grandeza. Si esta sensación me abandona alguna vez durante mucho tiempo, pensaré en que el próximo Auer Dult llegará pronto.
Jacobidult: del 27 de julio al 4 de agosto de 2024
Kirchweihdult: del 19 al 27 de octubre de 2024
Mariahilfplatz, 81541 Múnich