La primera vez que se menciona en un documento la fortaleza medieval al oeste de Múnich fue en el año 1432. La construcción, de estilo gótico tardío, con su capilla aneja se enmarca en un paisaje idílico a orillas del río Würm.
Alberto III, duque de Baviera, (1401 – 1460) usó el castillo de Blutenburg a orillas del Würm como finca de caza y, entre otras cosas, encargó la construcción de la puerta con la muralla y la torre de la puerta.
Su hijo Segismundo tenía el firme propósito, tras renunciar a la regencia en el año 1467, de vivir su vida tranquilo en el castillo de Blutenburg «con bellas mujeres y palomas blancas». Este miembro de la dinastía Wittelsbach, amante del arte, amplió el castillo hacia finales del siglo XV con una capilla, una joya del gótico tardío, cuyo mobiliario medieval y cuya estructura se han conservado prácticamente intactos hasta hoy.
El castillo es también punto de encuentro para bibliófilos: en él se ubica la biblioteca juvenil «Internationale Jugendbibliothek», al igual que el museo del escritor Michael Ende. También merece la pena dar un paseo por el Würm terminando en la taberna del castillo Blutenburg.