Napoleón ya fue uno de sus visitantes: el Teatro Cuvilliés en la Residenz (Residencia) de Múnich se considera uno de los teatros del Rococó más bellos de Alemania.
Durante la visita del emperador francés a Múnich, en al año 1806, con motivo del nombramiento del Reino de Baviera, se representaron en el Teatro Cuvilliés dos óperas en su honor: «El sacrificio interrumpido» de Peter von Winter y «Don Giovanni» de Mozart.
Por aquel entonces, el teatro ya cuenta con más de medio siglo de historia. Tras el incendio en la Residenz del año 1750 que devoró el teatro real en su totalidad, el Príncipe Elector Maximiliano III José de Baviera encargó la construcción de una nueva «Casa de Ópera». Tras finalización de las obras, sus contemporáneos consideraron el teatro, que actualmente luce el nombre del arquitecto que lo diseñó, François Cuvilliés, una auténtica «joya del Rococó».
Este ostentoso edificio ha sido testigo de numerosas escenificaciones laboriosas de las óperas más populares, en el año 1781 incluso se estrenó aquí la ópera «Idomeneo» de Mozart. No obstante, a principios del siglo XIX se da paso a una época del declive; el teatro, que ya no es de uso exclusivo de la sociedad de la corte sino que está abierto a todos los muniqueses, se considera, debido a su decoración del Rococó, una reliquia de tiempos pasados.
Durante la era del rey Luis I incluso se deja de usar como escenario cultural y se elimina todo su interior. El edificio pasa a usarse como mero almacén del vecino Nationaltheater (Teatro Nacional).
El rey Maximiliano II devuelve a la casa su nombre como institución fundamental de la vida cultural de Múnich. El monarca ordena reformar y modernizar el teatro que vuelve a usarse como escenario para la representación de óperas clásicas. Su hijo, el tímido rey de cuento Luis II de Baviera retoma la idea del antiguo teatro reservado a la corte para disfrutar en él, desde 1872 hasta 1885, de funciones escenificadas exclusivamente para él, cuya decoración y recursos escénicos eran realmente ostentosos.
Durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial se destruye el edificio por completo. En su lugar se crea, desde 1948 hasta 1951, entre el edificio real de la Residenz y el Teatro Nacional, en la plaza Max-Joseph-Platz el Neue Residenztheater (Nuevo Teatro de la Residencia).
Del Teatro Cuvilliés se pudieron salvar únicamente elementos decorativos de madera, principalmente relieves y el revestimiento de los palcos ya que estos se pudieron trasladar antes de los bombardeos a un lugar seguro. En 1956 se toma la decisión de reconstruir el Alte Residenztheater (Antiguo Teatro de la Residencia Real). Las piezas del interior que se habían podido salvar se restauran con grandes esfuerzos y se unen para poder ser integradas en la denominada planta farmacéutica de la Residencia Real de Múnich. Con motivo del 800 aniversario de la ciudad, el 14 de junio de 1958, el teatro se vuelve a abrir con la representación de la Ópera de Mozart «La boda del figaro».
Se puede acceder al «Teatro Cuvilliés», al «Alte Residenztheater» (Antiguo Teatro de la Residencia Real) en su nuevo edificio, a través del patio de la fuente de la Residencia Real. Con su interior ostentoso del siglo XVIII en los tonos blanco, rojo y dorado, vuelve a ser una de las joyas de entre los escenarios de Múnich.