De todos los reyes bávaros, el gigante de la construcción, Ludwig I, fue el que más influenció el paisaje urbano de Múnich. Su plan para impresionar a la gente proveniente de Baviera y del exterior con numerosos edificios nuevos de estilo clásico fue un éxito.
Muchos asocian la capital del estado con el «rey de los cuentos de hadas» Ludwig II. Pero siendo honestos, hay que decir que, en vez de dedicarse a su lugar de nacimiento, decidió recluirse en las montañas bávaras, donde mandó construir numerosos castillos.
Su abuelo, Ludwig I, era completamente diferente: ya durante su época como príncipe heredero de Baviera, se dedicó a planear para su ciudad residencial edificios, iglesias, monumentos y museos, construcciones que hasta el día de hoy dan forma a Múnich. Con 18 años Ludwig I realizó en 1804 un viaje por Italia que despertó su afición por la Antigüedad clásica y el Renacimiento italiano.
Los edificios que hay a lo largo de la Ludwigstrasse aún dan testimonio de su amor por Italia. Como, por ejemplo, el Feldherrenhalle (Salón de la Fama) en Odeonsplatz, una clara copia de la Loggia dei Lanzi en Florencia.
Con la Gliptoteca en Königsplatz, Ludwig I abrió el primer museo público de Europa en 1830. Para ello, se encargó de que se trajeran desde Grecia y Roma famosas piezas de exhibición como el grupo de Aeginetes o el Fauno Barberini. La colección de antigüedades y los Propileos hicieron que el conjunto griego en Königsplatz fuera excelente, lo cual le valió a Múnich el apodo «Isar-Atenas».
Los museos de Königsplatz y las Pinacotecas, también construidos bajo el reinado de Ludwig I, sentaron las bases para el paisaje museístico del actual Kunstareal. La Bavaria y el Salón de la Fama de Baviera en Theresienwiese también se crearon bajo su reinado. «¡Quiero hacer de Múnich una ciudad que honre tanto a Alemania que nadie pueda decir que conoce Alemania si no ha visto Múnich!» Este era el plan real que, sin duda, fue un éxito. A finales del reinado de Ludwig I, a mediados del siglo XIX, Múnich podía competir con París como ciudad artística.
Tenemos que agradecer al monarca otras dos instituciones típicas de Múnich: los Biergärten (jardines de cerveza) y el Oktoberfest. Una carrera de caballos organizada con motivo al matrimonio de Ludwig con Teresa de Sajonia-Hildburghausen en 1810 estableció el festival folclórico más grande del mundo, una tradición de más de 200 años. El espacio donde tiene lugar el festejo, la «Theresienwiese», lleva el nombre de su esposa. Desde 1835 el Oktoberfest da comienzo a sus fiestas con un desfile de atuendos tradicionales bávaros el primer fin de semana.
El desfile también fue el resultado de una estrategia política, ya que Ludwig I se vio obligado a enfrentarse a la difícil tarea de integrar áreas que se habían anexionado recientemente a Baviera, como Franconia y Suabia. El primer desfile de atuendos tradicionales bávaros para las bodas de plata del rey fue un desfile de sus súbditos bávaros de todos los distritos administrativos con sus respectivos trajes regionales.
El nacimiento de los Biergartens (típicas cervecerías al aire libre) bávaros tuvo lugar gracias al consentimiento real para servir la cerveza directamente en la cervecería, a la sombra de grandes castaños plantados directamente sobre las bodegas subterráneas. En estos lugares todavía está permitido consumir comida de afuera mientras toma una cerveza recién tirada.
En el año de la revolución de 1848, Ludwig I decidió abdicar y entregar el trono a su hijo Maximiliano II. El motivo de su anticipada abdicación fue el escándalo que hubo en torno a su romance con la bailarina Lola Montez y el hecho de que ignorara el espíritu político de la época y rechazara con firmeza el desarrollo hacia una monarquía constitucional. No quería ser un «mero rey de firmas».